Follow my blog with Bloglovin

lunes, 6 de marzo de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE XII

Viernes 18 de Octubre de 1985

El duende que un recodo
del camino esperaba,
no salió en mi defensa. 
se escondió muy cobarde
en no sé qué rincón.
El diablo,
que acechaba en la puerta,
se aburrió de repente
y corriendo escapó.
Por la puerta entreabierta
                                          entró un rayo de luz
                                          que borró las tinieblas
                                          y que todo aclaró...


Cuando llegué de la escuela, la abuela me llamó aparte y me dijo qué era lo que pensaba hacer porque así las cosas no podían seguir, que todo ésto a ella le hacía mucho mal y que, aunque nosotras no lo pudiéramos creer, a mamá y a papá también.

Entonces le empecé a explicar lo que pasaba o lo que yo creía que pasaba. En eso pasó mamá y empecé a explicarle a ella. Creo que más que hablar, le grité. No se consiguió nada. Le dije de la carta, se la comencé a leer (mal), pero se fue.

Llegó papá. De mi bronca, ni siquiera salió un "hola". Almorzamos. Yo me pasé todo el almuerzo con los ojos clavados en el televisor.

Cuando terminé de comer me acosté y como a las 17 hs. me levanté, tomé una taza de Vascolet y me volví a acostar. Desde entonces hasta la noche estuve todo el tiempo en la cama llorando a mares del sufrimiento, porque, para colmo, me había indispuesto. Yo creo que eso, sumado a los nervios, fue la causa de que me hubiera venido con tantos dolores.  Después de no sé cuánto tiempo pasó Gustavo y me vio que estaba llorando, entonces me dijo:

-Vivi, qué te pasa, por qué llorás.
-Nada, nada- le contesté.
-Dale, decime, dale, que yo soy tu hermano Vivi, dale...

Pero yo le decía que nada y seguía llorando. Entonces se fue a la cocina y creo que le contó a mamá.
Yo, en el fondo, deseaba que alguien viniera y me ayudara. Así no podía más. Por lo menos para que me dijeran algo. Pero... una también tiene su orgullo, y ese orgullo me impedía llamar a alguien.

Mamá apareció y se sentó en la cama. Me abrazó y me preguntó dulcemente: -¿Qué te pasa tontita?. Primero le dije que no me pasaba nada, estaba la abuela.  Y eso para ella es lo peor. Lo que pasa es que cuando yo tenía que decirle algo se lo decía, por más que adelante estuviese el presidente.

Además pretende que le ayude un poquito más. Y tiene razón. Siempre me hizo todo y me acostumbré sin darme cuenta que es injusto para ella. Tiene razón y voy a tratar de cambiar.

Todo lo que decía de Patri era para hacerme reaccionar a mí. Me prometió que iba a hablar con ella para aclarar las cosas.

Con papá llegué a la conclusión de que lo que tiene son celos y me quiere demasiado, por eso quiere sobreprotegerme. Por eso, en un momento de bronca, me prohibió ir a estudiar a lo de Pata. Dice que acá no molesta, al contrario, él no tiene ningún problema en acompañarla cuando tenga que irse tarde. Yo le expliqué que a la madre le parecía demasiado que siempre viniera ella. Él repetía y repetía que no había problema.

Bueno, después de mil argumentos, era de esperar que entendiera. Pero no, ¡qué hombre más testarudo! ¿todos serán iguales? No me imponía nada pero me decía que era mejor que estudiáramos acá (por más que a la vuelta me acompañara la madre, "podían pasar cuatro negros en un coche y subirnos a las tres"- eso decía).

Le contesté que no iba a cambiar eso y que íbamos a estudiar un poco en cada casa. No le gustó mucho pero tampoco dijo nada.

Conclusión:
- Celos excesivos por la edad
-Demasiado amor paternal y sobreprotección.

Estoy contenta. Las cosas se aclararon. Sé dónde estaban los problemas y espero que entre todos podamos solucionarlos.

Hablando se entiende la gente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Me encantaría leer tus comentarios