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lunes, 20 de marzo de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE XVI

Viernes 1 de Noviembre de 1985






" En mis sueños"


Hoy te encuentro en mis sueños y te pido
te conviertas pronto en realidad, 
inunda mi corazón de fantasías,
hazme sentir una mujer de verdad.
Hoy te sueño en mis sueños y en tí veo
todos mis sueños hechos realidad
todo mi mundo lleno de alegría
y mi alma repleta de ansiedad.
Hoy quisiera tenerte aquí, a mi lado,
para poder hacer tus sueños realidad,
para quitar de tí toda agonía,
para alejar de tí la soledad.
Y por más que te espero y desespero,
por más que pido a gritos tu llegar,
tus pasos no atraviesan esa puerta,
tus brazos no se extienden en mi espera,
tus ojos no se encuentran con los míos
y parece que nunca llegarás.



Por todo lo que vengo escribiendo desde hace un tiempo, si alguien leyera esta poesía podría pensar que estoy soñando con Roberto. Pero no, no la escribí pensando en él ni en nadie en especial.

Simplemente apareció en mi mente, tal vez porque me siento sola y siento, ésto es lo peor, que nunca voy a lograr salir de esta soledad. Necesito sentirme querida, sentir que quiero a alguien y que ese alguien también me quiere.

¡Qué difícil!

A veces empiezo a creer que, simplemente, el amor es algo que se inventó para los demás y no para mí, algo que me está vedado, prohibido.

Pero me niego a creerlo, ¿por qué?, ¿qué tienen los demás que yo no tenga? ¿Soy acaso un bicho raro con un mal incurable del que todos tienen miedo de contagiarse? ¿Soy eso?

Ya no sé qué creer...

Con respecto a Roberto, mi mosquito, ya no pienso tanto. Tal vez sea porque no lo veo. No sé. Pero se está borrando un poquito de mi cabeza

miércoles, 15 de marzo de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE XV

Jueves 24 de octubre de 1985

Hoy cumplo 20 años y decidí hacer huelga de brazos caídos: en todo el día no toqué nada de la escuela.

Cuando salí del Profesorado pasé por la casa de Claudia. Creo que esta semana me la pasé más en la casa de ella que en la mía. Al llegar todos se me colgaron de las orejas, me abrazaron y desearon feliz cumpleaños. Mabel, que me quiere como a una hija, igual que el Gordo, se la pasaba abrazándome y diciendo, mientras se quedaba mirándome:

- Mi negrita...Veinte años... Mi negrita...

A la tarde vino Patricia, me regló una tarjeta hermosa, realmente hermosa... También me trajo una billetera de cuero (la verdad... ¡me hacía falta!) y un par de aritos que me mandaba la madre.

Todo el tiempo, desde ayer, tenía en la cabeza que iba a ver a Roberto. Se me pone una cosa en la cabeza y seguro que pasa. Pero durante todo el día no lo vi...

A la tardecita salimos con Patri a dar una vuelta, fuimos a tomar mate al kiosco de tío y al volver nos pusimos a mirar una vidriera. Ya había perdido las esperanzas cuando Patricia lo vio doblando a la esquina con "el novio" (le digo así a un amigo con el que anda todo el día y al cual no le conozco la cara porque siempre lo miro a él).

Creo que di la vuelta a la manzana corriendo. Doblé por Rivadavia y aminoramos el paso. ¡No fuera que me viera corriendo y se diera cuenta!


De pronto empecé a temblar toda, el corazón parecía querer salirse de mí; estaba parado en la puerta del club.

Cuando pasé a su lado mi saludó de una forma.... ¡Y no dejó de mirarme ni un minuto!

martes, 14 de marzo de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE XIV

Domingo 20 de octubre

Las cosas en casa marchan sobre rieles. Sabiendo donde está la herida es más fácil curarla.

Mamá, papá y Gustavo fueron a visitar a la abuela a Turdera.

Yo me quedé con Laura. Al rato de irse cayeron Patricia y Rosana. Estuvimos toda la tarde juntas. ¡Y yo tenía que estudiar! Jugamos a la paleta, tomamos mate, charlamos, embromamos. Como íbamos a ir al cine con Patricia ella se fue a cambiar.

Cuando terminé de arreglarme volvió con una cara que le llegaba al suelo. Jorge había venido ayer a la tarde y recién hoy a las 18.30 hs la fue a ver, y no le dió nada de bolilla.

Espero que sea una tontería. No sé qué sería de Patricia sin Jorge.




miércoles, 8 de marzo de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE XIII

Sábado 19 de octubre de 1985

Mamá y Patricia hablaron. Todo se aclaró.

¡Ah! Con todos los problemas me olvidé de escribir que el jueves a las 8:05 de la mañana, me encontré con Roberto en la esquina de casa y nos saludamos.

¡Qué cosa! ¿Por qué no me lo puedo sacar de la cabeza?

No sé.

Cuando estuvo Sandra, hoy a la tarde, se me escapó que me gustaba un chico y tuve que decirle el nombre. Cuando se lo dije se puso chocha, me dijo que lo conocía, que vivía por la casa, que era un pibe buenísimo, que todo el mundo lo quería, etc., etc., etc.

¡Ay! Me gusta. Pero tengo miedo que me guste demasiado y a él nada más le caiga simpática. Tengo que pensar un poco en esto para que después la caída no sea peor. ¿quién me mandó?

Deseo tanto que ésto se haga...

Hasta tercer año no me gustó ningún chico. En cuarto y quinto (¡dos años!) me empezó a gustar uno. No valía nada como persona. Pero me gustaba, no sé por qué. Nunca sufrí tanto. Porque además tenía novia, esto fue ayudando a que me hiciera a la idea de que tenía que olvidarme de él. Hasta que un bendito día, en una hora libre, nos pusimos a charlar entre todos. Alguien le preguntó qué le pasaba y él, no sé cómo, empezó a contar que había empezado a salir con ella por lástima cuando se le murió el padre, pero que ahora se había dado cuenta que la quería. ¡Para qué! Mis ratones comenzaron a trabajar de nuevo. Nunca pasó nada. Nunca me habló. Eso ayudó a que fuera olvidándolo de a poquito.

Cuando terminé quinto año ya no me importaba pero tenía miedo de enfrentar una relación, creía siempre que yo me iba a enamorar y el otro no. Bueno, no sé, de todo esto recién me doy cuenta ahora. Me hablaron muchos chicos y a todos les decía que no. Ningún pibe me importaba o llegaba a impactarme lo suficiente.

Con Roberto es algo distinto. No sé qué tiene (esto lo debo haber dicho treinta mil veces), es algo que me gusta, me atrae. Cuando bailamos conversamos y me siento como si lo conociera de años. Bailo y bailo y no me canso. Es algo especial. Tanto que no puedo decir si es lindo o feo, si es rico o no, porque me gusta él, su forma de ser.

Tal vez todo esto es muy prematuro... Qué sé yo... Pero deseo tanto que me hable... 

Ahora, después de hablar con Patricia  y Rosana, sé que si me hablara le diría que sí con toda mi alma.

Será por todo esto que no puedo encontrar las palabra que expliquen exactamente lo que me pasa, que tengo miedo que lo de él para conmigo sea nada más que simpatía, que solamente le haya caído bien. Y no quiero hacerme demasiadas ilusiones. ¡Pero no puedo!

lunes, 6 de marzo de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE XII

Viernes 18 de Octubre de 1985

El duende que un recodo
del camino esperaba,
no salió en mi defensa. 
se escondió muy cobarde
en no sé qué rincón.
El diablo,
que acechaba en la puerta,
se aburrió de repente
y corriendo escapó.
Por la puerta entreabierta
                                          entró un rayo de luz
                                          que borró las tinieblas
                                          y que todo aclaró...


Cuando llegué de la escuela, la abuela me llamó aparte y me dijo qué era lo que pensaba hacer porque así las cosas no podían seguir, que todo ésto a ella le hacía mucho mal y que, aunque nosotras no lo pudiéramos creer, a mamá y a papá también.

Entonces le empecé a explicar lo que pasaba o lo que yo creía que pasaba. En eso pasó mamá y empecé a explicarle a ella. Creo que más que hablar, le grité. No se consiguió nada. Le dije de la carta, se la comencé a leer (mal), pero se fue.

Llegó papá. De mi bronca, ni siquiera salió un "hola". Almorzamos. Yo me pasé todo el almuerzo con los ojos clavados en el televisor.

Cuando terminé de comer me acosté y como a las 17 hs. me levanté, tomé una taza de Vascolet y me volví a acostar. Desde entonces hasta la noche estuve todo el tiempo en la cama llorando a mares del sufrimiento, porque, para colmo, me había indispuesto. Yo creo que eso, sumado a los nervios, fue la causa de que me hubiera venido con tantos dolores.  Después de no sé cuánto tiempo pasó Gustavo y me vio que estaba llorando, entonces me dijo:

-Vivi, qué te pasa, por qué llorás.
-Nada, nada- le contesté.
-Dale, decime, dale, que yo soy tu hermano Vivi, dale...

Pero yo le decía que nada y seguía llorando. Entonces se fue a la cocina y creo que le contó a mamá.
Yo, en el fondo, deseaba que alguien viniera y me ayudara. Así no podía más. Por lo menos para que me dijeran algo. Pero... una también tiene su orgullo, y ese orgullo me impedía llamar a alguien.

Mamá apareció y se sentó en la cama. Me abrazó y me preguntó dulcemente: -¿Qué te pasa tontita?. Primero le dije que no me pasaba nada, estaba la abuela.  Y eso para ella es lo peor. Lo que pasa es que cuando yo tenía que decirle algo se lo decía, por más que adelante estuviese el presidente.

Además pretende que le ayude un poquito más. Y tiene razón. Siempre me hizo todo y me acostumbré sin darme cuenta que es injusto para ella. Tiene razón y voy a tratar de cambiar.

Todo lo que decía de Patri era para hacerme reaccionar a mí. Me prometió que iba a hablar con ella para aclarar las cosas.

Con papá llegué a la conclusión de que lo que tiene son celos y me quiere demasiado, por eso quiere sobreprotegerme. Por eso, en un momento de bronca, me prohibió ir a estudiar a lo de Pata. Dice que acá no molesta, al contrario, él no tiene ningún problema en acompañarla cuando tenga que irse tarde. Yo le expliqué que a la madre le parecía demasiado que siempre viniera ella. Él repetía y repetía que no había problema.

Bueno, después de mil argumentos, era de esperar que entendiera. Pero no, ¡qué hombre más testarudo! ¿todos serán iguales? No me imponía nada pero me decía que era mejor que estudiáramos acá (por más que a la vuelta me acompañara la madre, "podían pasar cuatro negros en un coche y subirnos a las tres"- eso decía).

Le contesté que no iba a cambiar eso y que íbamos a estudiar un poco en cada casa. No le gustó mucho pero tampoco dijo nada.

Conclusión:
- Celos excesivos por la edad
-Demasiado amor paternal y sobreprotección.

Estoy contenta. Las cosas se aclararon. Sé dónde estaban los problemas y espero que entre todos podamos solucionarlos.

Hablando se entiende la gente.