Si apareces ahora
y te tengo en mis brazos
aunque no sea la hora
te abriré mi regazo.
Si en tus ojos yo veo
lo que temo no ver...
¡Es cruel mi deseo,
hoy no temo perder!
Si tu voz me acaricia
y tu alma también
yo me entrego a la brisa
como abeja a la miel.
Y si no tienes nada
que dar a mi querer,
me entregaré a mi almohada
para allí perecer.
Y si es grande este Dios,
y yo sé que lo es,
escuchará mi voz
inclinada a sus pies.
Viviana Ferro
23 de junio de 1993
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