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sábado, 28 de enero de 2017

RELATOS ADOLESCENTES - PARTE IX

Lunes 14 de octubre de 1985


Quisiera poder hoy mismo encontrar ese rincón del que hablaba en mi poesía.

Quisiera que todo esto que me está pasando no fuera más que una espantosa pesadilla.

Quisiera poder cerrar los ojos y encontrarme, al abrirlos, con que todo ha cambiado, con que todo es como tiene que ser. Simple y verdadero.

Ayer a la tarde nos reunimos con Patricia para resumir temas de Historia. ¡Cómo será lo que hicimos que no recuerdo haber resumido algo! Estuvimos toda la tarde charlando y tomando mate, riéndonos de cualquier pavada. Más tarde se nos ocurrió jugar a la paleta y como no teníamos nos arreglamos con la mitad de una que yo había encontrado en el fondo de casa y con un pedazo de madera de cajón de manzana con el que ella se construyó "su paleta", si así podía llamarse (tanto la de ella como la mía). Bueno, era domingo. ¡Qué íbamos a estudiar! Pero nos re divertimos.

Durante todo el día (aunque era horrible y llovía de rato en rato) tuve ganas de salir a tomar algo, pero más de ir a bailar, en el fondo quería encontrar a Roberto. Aunque me costó reconocerlo, me gusta y tengo ganas de que me hable.

A pesar de que no me animaba a decirle a Pata porque se sentía mal porque Jorge no había venido y ya va a hacer un mes que no tiene noticias de él, cuando me preguntó si tenía ganas de ir a bailar (al final tuvo la iniciativa ella), me "prendí" enseguida.

¡Para qué! Hubiese sido mejor decir que no. Aquel domingo, bailando, Roberto me dijo que no había persona más verde que él. Yo creo que se equivocó porque "esa" soy yo.

Fuimos a la casa de ella, así se cambiaba, volvíamos, me cambiaba yo y salíamos. Entonces se le ocurrió que me quedara a dormir en su casa así no teníamos que andar embromando a nadie para que nos acompañara. Idea genial - pensé - y acepté.¡Epa! ¡Tengo 20 años! Bueno, dentro de poquito. Pero... cómo no voy a poder decidir una taradez así! PRIMER ERROR! En mi casa creen que tengo dos. Aunque no sé por qué.

Patricia se cambió, llegamos a casa y le dije a mamá. ¡DIOS!

-Ah, no sé. Decile a tu padre.- Me dijo, como que tuviera que pedir permiso.

Me cambié y me pinté con toda la bronca. Mientras me pintaba en el baño, hablábamos con Patri. No podía ser. Además hay tonos y tonos para decir las cosas.

¡Otra! Como no les bastaba con amargarme la noche a mí, también se la amargaron a Patricia.

-Así como para que después los novios no se quejen...- dijo mamá a la pasada.

Pero que se cree! Si Jorge está un mes en Mar del Plata (va a estar un año y medio), Patricia no puede quedarse encerrada en la casa para volverse loca (y más como son los padres), tiene que distraerse. Y eso no quiere decir que "le vaya a meter los cuernos a Jorge". Además es la tipa más macanuda y seria que conozco. Y lo quiere con toda su alma!

Pero tenían que ligarla todos, por extensión. A pesar de todo, cuando yo lloraba en el baño, se deshacía para consolarme. Me decía que las lágrimas me hacían fea, que así las cosas no se iban a solucionar, que cuando Jorge y ella se casaran me iban a hacer un cuartito en el fondo para mí sola, que yo valía mucho y que acá no se daban cuenta de lo que tenían. Esas cosas que sólo puede decir una buena amiga, alguien que puede dejar de lado algo que le pasa para ayudarnos, alguien que nos quiere mucho.

¡Cuando le dije a papá! El escándalo que armó. Me dijo que yo tomaba las decisiones por mí sola, que no consultaba a nadie, ni que fuera qué, etc., etc., etc.

Le contesté: -¡Pero papá! Primero que te lo estoy diciendo. Además, si yo fuera una tilinga cualquiera que te dice voy a tal lado y se va a un HOTEL con uno distinto cada noche... Después, si me fuera a quedar a la casa de alguien cualquiera que no conoces, pero Patricia, hace rato que somos amigas. Estamos todo el día juntas. Conocen la familia, la casa. Y... ¿qué se yo cuántas cosas más?!

Me dijo que no le importaba de quien fuera la casa, que a dormir se venía acá y que YO TENÍA QUE HACER TODO COMO ÉL DECÍA.  Pero agregó: -Hacé lo que quieras-

Así que fui a bailar, aunque no bailé. No tenía ganas. Y para completarla, quien yo quería que fuera, no fue. Era mi noche.

Me peleé con Verónica, una amiga de Laura. Para seguir ... ¡Verdeeeeee!

Volví.

La puerta "estaba cerrada". Empecé a empujarla o sacudirla como para que me sintieran. Si no me abrían, me iba.  Pero me gritaron: -¡Vaaaaa!

¡La puta!

Entramos,le dí un vaso de agua a Patricia y dije fuerte que la acompañaba como para que me escucharan.

La acompañé dos o tres cuadras y me volví sola. No entiendo. ¡Cuánto mejor hubiera sido que me quedara en la casa de Patri a que anduviera a la 1:30 de la madrugada sola por la calle!

¡No! ¡Si cada vez vamos mejor!

Hoy no les dirigí la palabra en todo el día. Aunque, como una estúpida, cuando me iba a la casa de Patricia, grité que me iba. Así también volví a las 11 de la noche. Se hubieran merecido que el domingo me pasara algo, o que fuera una loquita cualquiera (de las que hay tantas) que un día se les aparecen con la panza llena y no saben de quién.


Pero yo me quiero mucho, sé muy bien, y de sobra, lo que valgo como persona; tengo mis cosas, mis defectos, pero todo el mundo los tiene. Por eso sé cómo tengo que ser y no voy a tirar mi vida a la mierda por darle en las bolas a ellos.


¿Se nota que tengo bronca?

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