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viernes, 20 de enero de 2017

RELATOS ADOLESCENTES. PARTE II

25 de Agosto de 1985

     Creo que soy realmente mala, o egoísta. No sé exactamente cuál de las dos cosas. Pero no puede ser que mientras mi abuela está luchando por su vida yo esté preocupándome únicamente por mí, que aproveche cualquier oportunidad para ponerme a llorar por mi soledad, de la cual, hasta el momento, parece que no voy a salir.

Recién me acuesto, dieron las 23,30 hs. y no tengo ganas de dormir. Desearía con toda mi alma que alguien tocara a la puerta y dijera:

- Viviana,llegué. Soy ese príncipe azul que tanto esperabas. Llegué y te voy a hacer tan feliz que muy pronto, ¿qué digo? ¡ya! te vas a olvidar de todo lo que sufriste esperándome-.

¡Qué lindo es soñar! Lástima que cuando se despierta, uno se encuentra conque nada es como se lo había imaginado.

¿Por qué me siento tan mal? No sé. Probablemente sea porque necesito que me mimen un poco y porque veo que, no la mayoría sino todas mis amigas tienen alguien por quien vivir y yo no tengo nada ni nadie.

Por ejemplo, Sandra se casa en febrero; Patricia y Claudia, mis mejores amigas, hacen proyectos para casarse a finales del año próximo, las relaciones entre Marta y Juan Carlos marchan sobre rieles, y así podría seguir y seguir durante un buen rato.

Y no es que las envidie,aunque un poquito sí, pero les deseo toda la felicidad del mundo. Bueno, toda no, porque quiero un poquito para mí. Pero veo que todos son tan felices, tienen tanto, y yo no tengo nada. Hay momentos en los que quisiera morirme, porque vivir así no es vivir.

Esto no es justo.

La mayoría de las veces que salgo a la calle, cuando hago mandados, cuando voy a la escuela, cuando salgo a dar una vuelta, me la paso mirando a los chicos que pasan, como buscando o creyendo que uno de ellos está esperándome, está deseando que pase para poder verme. ¡Qué tonta! ¡Cómo si alguien se fijara en mí! Sin embargo no puedo evitarlo.  Es como si tuviera miedo de que el amor, la gran oportunidad de mi vida, la felicidad, pasara por mi lado y yo no me diera cuenta.

¿Qué tengo que hacer? ¡¿Y cómo?!, para que alguien se de cuenta que necesito amor, que quiero amar y sentirme amada...

Acaso tengo que colgarme un cartel en la espalda que diga: ¡EY! ¡ACÁ ESTOY YO! ¿ME VEN? Pero tengo tanta suerte que nadie lo leería. No, mentira, uno, por lo menos uno tendría que leerlo. Siempre hay una excepción. Con esto quiero decir que a pesar de todo tengo fe, aunque a decir verdad, cada vez menos.


Son las 12 hs., voy a apagar la luz y tratar de dormir.

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